El impacto social del voleibol en pequeñas localidades en 2024

El impacto social del voleibol en pequeñas localidades en 2024

La falta de instalaciones adecuadas y la escasez de recursos financieros en la actualidad son problemas recurrentes en las pequeñas comarcas

En 2024, el impacto del voleibol sigue consolidándose como una herramienta de integración social y desarrollo en pequeñas localidades de España, demostrando que este deporte puede superar barreras y generar comunidades más unidas y valores sólidos entre los jóvenes.

En Ontinyent, un pequeño municipio de la provincia de Valencia con un club de voleibol que ha crecido significativamente, el impacto del deporte en la vida de niños y jóvenes es notable. Según cuenta la presidenta del club de voleibol Tamara Riestra, muchos niños que no encontraban un deporte en el que participar, han encontrado en el voleibol un deporte más de equipo. “Este enfoque no solo les ha permitido integrarse en una actividad deportiva, sino también desarrollar valores como el respeto, la honestidad y el trabajo en equipo”, afirma Riestra. Hoy, el club cuenta con nueve equipos federados y ha absorbido una gran masa social de niños del pueblo que buscan en el voleibol un espacio de pertenencia y crecimiento personal.

Equipo senior masculino de Ontinyent / Imagen de FVBCV

El voleibol no se limita a la cancha, fomenta relaciones duraderas entre los jóvenes. “Los niños hacen piña entre ellos, y la amistad que se genera en la pista se traslada fuera, favoreciendo la integración y la cohesión social”, explica la presidenta. Sin embargo, los desafíos son evidentes, como la dificultad para captar jugadores masculinos y la competencia con deportes más populares como el fútbol o el baloncesto.

Además, los recursos limitados en localidades pequeñas suponen un obstáculo significativo. Mientras que en ciudades más grandes los clubes cuentan con una mayor masa de jugadores y patrocinadores, en Ontinyent deben aceptar a todos los interesados, priorizando la inclusión sobre la competitividad. Esta filosofía, aunque positiva, limita las aspiraciones deportivas a nivel competitivo.

Los recursos limitados en localidades pequeñas suponen un obstáculo significativo. En ciudades más grandes los clubes cuentan con una mayor masa de jugadores y patrocinadores

El impacto del voleibol también se ha convertido en un motor de inclusión. En Ontinyent, el club local organiza escuelas para niños, adultos y personas con discapacidades. “Tenemos jugadores con Asperger, grados de autismo o problemas de vista y están totalmente integrados en los equipos”, destacan desde el club. Estas iniciativas demuestran cómo el deporte puede ser una herramienta poderosa para la integración social y el empoderamiento de diferentes grupos.

Con la visibilidad del voleibol en aumento, gracias a las redes sociales y eventos internacionales, se espera que más localidades sigan el ejemplo de Ontinyent. Según cuenta Tamara, “la serie de anime Haikyuu atrajo a muchos niños al voleibol después de la pandemia. Si el voleibol fuera más visible por ejemplo en televisión, atraeríamos a más personas”. No obstante, el crecimiento sostenible depende de la colaboración entre comunidades, instituciones y patrocinadores.

Equipo infantil femenino de Ontinyent / Imagen de FVBCV

“La serie de anime Haikyuu atrajo a muchos niños al voleibol después de la pandemia. Si el voleibol fuera más visible por ejemplo en televisión, atraeríamos a más personas”, afirma la presidenta del CV Ontinyent

Las redes sociales se han convertido en un aliado clave para promover el voleibol en pequeñas localidades. Plataformas como Instagram y TikTok ayudan a generar interés, especialmente entre los jóvenes. “Hoy en día, los niños imitan lo que ven. Cuantos más contenidos de voleibol se compartan, más probable es que nuevos jugadores se sientan atraídos”, destaca la presidenta. Además, las figuras públicas del deporte pueden tener un impacto significativo al compartir su experiencia y animar a más personas a participar.

A pesar de estos avances, los clubes locales enfrentan el reto de mantener el entusiasmo y la continuidad. “Es complicado juntar a cuatro o cinco personas comprometidas que dediquen su tiempo para tirar del equipo en localidades pequeñas. A menudo, los clubes dependen del esfuerzo desinteresado de unos pocos voluntarios”, señala Riestra.

La falta de instalaciones adecuadas y la escasez de recursos financieros son problemas recurrentes en las pequeñas localidades. “Cuesta conseguir sitios para jugar porque competimos con otros deportes que llevan años utilizando las mismas instalaciones”, lamenta Riestra. Además, atraer patrocinadores y acceder a subvenciones sigue siendo un desafío en municipios con poblaciones reducidas.

“Cuesta conseguir sitios para jugar porque competimos con otros deportes que llevan años utilizando las mismas instalaciones”, comenta Tamara Riestra

Sin embargo, estos obstáculos no han impedido que el voleibol crezca y deje una huella en la comunidad este 2024. En Ontinyent, por ejemplo, se han creado ligas locales para permitir la participación de personas que desean jugar de forma no federada, ampliando así las oportunidades para todos los interesados.

“Si logramos involucrar a más personas, incluso con horarios ajustados y recursos limitados, el voleibol puede seguir creciendo en pequeñas localidades”, asegura la presidenta. El espíritu comunitario, combinado con las herramientas modernas de comunicación y promoción, promete mantener vivo el entusiasmo por este deporte.

El caso de Ontinyent demuestra que, más allá de la competición, el voleibol puede ser un motor de transformación social. Con valores como la inclusión, el trabajo en equipo y la superación personal, este deporte continúa impactando la vida de jóvenes y adultos en las pequeñas localidades de España. Aunque los desafíos persisten, la pasión y el compromiso de estas comunidades aseguran que el voleibol seguirá desempeñando un papel crucial en su desarrollo.

María Esteve

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